martes, 9 de febrero de 2010

Historias al volante.


Desde hace años mantengo la teoría de que existe una trama o conspiración para fastidiarnos la vida. Os lo explicaré para que me entendáis.
Seguro que os ha pasado alguna vez en una autopista de dos carriles encontraros con una caravana de 5 kilómetros. Uno empieza a pensar y no recuerda ningún peaje, ni desvío ni nada parecido. Tampoco es ni la operación salida ni la de retorno. ¿Qué es lo que pasa? Después de más de 1 hora de incertidumbre uno se da cuenta que en el carril de la izquierda (carril rápido) hay parado un coche averiado. Vamos a ver…Supongamos que uno tiene la mala suerte de pinchar, de que se le averíe el coche, mil cosas…pero seguro que da tiempo a reducir la velocidad y colocarse prudentemente en el arcén de la derecha. Uno le pita al pasar a su lado y la contestación son unos flamantes cuernos que forma con los dedos de la mano.
Otro. Has aparcado correctamente tu coche en la calle y vas a salir, pero no puedes porque alguien se ha puesto en doble fila. Miras para un lado, miras para el otro (como Pedro Navajas) y no ves a nadie. Intentas infructuosamente localizarlo en el Bar de la esquina ¿cuántas veces no has estado tomando una cervecita y entra alguien preguntando en voz alta por el dueño de un Ibiza rojo? Sigue tu búsqueda…Esta vez lo intentas en el “súper” ante la sorprendida mirada de todos los clientes y dependientes. Nada. Te desesperas. Estás pensando en llamar a la Guardia Municipal, pero claro piensas que a lo mejor van a tardar tres cuartos de hora en llegar. Nada. El coche sigue allí y no aparece nadie. Al final una buena mujer se compadece de ti y te dice que seguramente el coche es de un vecino de los pisos de enfrente. Te diriges a esos pisos y observas con sorpresa que hay 30 botones en los telefonillos. ¿Por cuál empiezas? Lo aconsejable en estos casos es abarcar un montón con las manos y llamarlos a la vez. Enseguida empiezas a oír respuestas: “Deje el correo comercial en el Buzón”, “No queremos enciclopedias”, “La mama no está”, “Váyase a la mierda”, “No pienso pagar” etc. Etc. Como puedes gritas con todas tus fuerzas “Ibiza Rojo” y al final… ¡Bingo! Escuchas un “Ahora baja”. Te empiezas a tranquilizar y te diriges a tu coche con las llaves en la mano…1 minuto, 2, 5…10 minutos. Ves salir del portal tranquilamente a un tipo cincuentón, despeinado y con la camisa por fuera (estaba haciendo la siesta seguro) y se dirige al mencionado Ibiza rojo. Como es normal y después de haber esperado 23 minutos le afeas la conducta y el tío sin inmutarse te contesta: “Tampoco es para ponerse así hombre”. Lo matarías con tus propias manos…
Una más. Llegas al peaje de la autopista. Es igual la boca que elijas, siempre te tocará la del torpe…Te pones pacientemente en la cola de 5 coches y ves que no avanza. Miras la cabecera de la cola y allí lo tenemos…Empieza a sacar tarjetas y a probar…La Visa, la Máster, la tarjeta del Bingo, la del Carrefour, nada, ninguna responde. Se le cae la tarjeta al intentar ponerla en el dispensador, abre la puerta, recoge la tarjeta, hace unos cuernos con la mano a los dos coches de atrás que le están pitando, prueba otra vez con la extraña tarjeta. Nada. Coloca la marcha atrás y pretende que toda la cola (ahora ya hay 20 coches), haga lo mismo. Al final lo consigue, más pitos, más cuernos…cambia de boca y otra vez a probar las tarjetas.
Otra. Llegas a un semáforo y mientras observas una especie de saltimbanquis haciendo malabares en el paso de cebra, por el lado del conductor se te acerca un extraño tío que te muestra un paquete de pañuelos de papel en la mano (un día hablaré de la diversificación de productos) mientras te aporrea la ventanilla del coche con la otra. Amablemente le indicas tu negativa con la cabeza y el susodicho siguen en sus trece. Debemos ser el país de los “mocosos”. Ya se ha puesto el semáforo en verde y los aprendices de malabaristas siguen haciendo su número (solo les falta la cabra). Pitas porque el semáforo se te va a poner rojo otra vez y observas como se apartan mientras te muestran el dedo índice en posición vertical. Llegas al semáforo que está 100 metros más abajo y claro está rojo. Esta vez sí que has pisado mierda amigo…ahora toca los limpiacristales. No importa que les digas que no quieres que te los limpien, ellos a su bola…Sigues protestando y no te hacen caso, hace rato que se ha puesto verde y sigues allí, te han enjabonado todo el cristal de delante y el de detrás, no ves nada y encima te han levantado las escobillas…Oyes como te pita el de atrás y entiendes que tienes que arrancar, pero no ves nada…
Seguro que te han pasado alguna vez estas cosas. Yo creo que son seres de otro planeta que han venido a amargarnos la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Julius, ley de murphy en toda regla!!

Carlitos