domingo, 6 de diciembre de 2009

Luciendo cornamentas


















Todo es posible cuándo se juntan 23 Diablos Rojos para algo. La ocasión era especial, como lo son todas las cenas en las que nos juntamos para celebrar algo y en este caso la Navidad.
Habíamos quedado una media hora más tarde que la programada inicialmente para permitir que algún compañero pudiera llegar a la hora a la cena. Así que puntualmente se fueron presentando en el Fimons buena parte de los que contestaron afirmativamente a la convocatoria. Hubo alguna sorpresa por alguna ausencia de ultimísima hora pero bueno…son las cosas del directo.
Asistieron a la cena los siguientes Diablos Rojos: Fernando (que pudo escaparse pese a ser el cumpleaños de Vero, su hija, a la que felicitamos), Figuerola que vino con su hijo Alex (que por cierto se nos escapó antes de los postres), Pedro Piedra (agradable sorpresa de última hora), Enrique F. , Angel (en su primera y gran noche con nosotros), Paco Villar (creo que no se ha perdido jamás una cena), Raúl (quizás el veterano más joven), Kike (otro que no se pierde una), Toni (pudo escaparse de sus muchas obligaciones), Peter (si falta el de los chistes apaga y vámonos), José Mª (no sé cómo se las arregló sin el rosado), Ramón “el cuñadísimo” (fiestero donde los haya), Pepe “La Leyenda del Indomable”, Tato (único representante de los Colosos), Sergio (con un GPS nuevo), Roger ( la segunda parte de Pixie and Dixie), Joaquín (pese al madrugón del día siguiente), Miguel (no es la primera cena y se está planteando venir algún viernes a jugar), Jordi (después de toda la semana trabajando en Zaragoza), los dos novios Enric “El Presi” y Antonio que se nos presentaron 47 minutos más tarde y un servidor.






La primera prueba era ponerse los cuernos de alce que habíamos preparado para la ocasión. Nos encontramos con algún vergonzoso (Raúl, Enric, Roger y alguno más) pero al final pudimos hacer la foto a todos con los cuernos instalados.
En un ambiente distendido y festivo estuvimos atendidos en todo momento por Luis, María y Lourdes en un Pipa-5 abarrotado. Ni que decir tiene que el personal del Pipa 5 no tuvo ningún reparo en lucir las cornamentas para ilustrar el presente reportaje.








El auténtico campeón de la noche fue Ángel (el nuevo) que lució la estrafalaria cornamenta durante toda la cena sin descanso. Una felicitación a este Diablo Rojo del que esperamos muchas noches de gloria.
Por nuestros ojos, por nuestras bocas y por nuestras espaldas (a Joaquín le volcaron sin querer todo el suco de la escalibada encima)desfilaron toda una serie de ricos manjares desde unos buenos platos de embutido, caracoles, alcachofas (un clásico que no puede faltar), la ya mencionada escalibada, unos suculentos “bolets” y por supuesto los entrecots, piernas de cordero, etc.








No faltaron los postres (sorbetes, magnums, tartas al whisky etc) y por supuesto los cafés con toda clase de chupitos que apenas catamos los deportistas allí reunidos.
Sobre la una aproximadamente y después del toque de campana de las grandes ocasiones en el Pipa 5 nos vimos en la calle.
Después de una rápida toma de decisiones un 30,43 % de los asistentes decidimos continuar la noche en algún otro sitio (Los siete magníficos), los restantes 16 compañeros prefirieron volver a “Cocheras”.
Rumbo a lo desconocido y en dos coches nos dirigimos a la gran ciudad…
Habían pasado casi 5 horas desde que se nos apareció en medio de la carretera un ovni de grandes dimensiones que nos obligó a subir a la nave. No recordaba ya nada, estaba llegando a mi casa a las 6 de la mañana. ¿Qué diablos habían hecho con nosotros esos extraterrestres?
Y esta es amigos míos la pequeña crónica de esta gran cena de los Diablos Rojos. Esperamos muchas más y nos gustaría que no faltara nadie. La semana que viene todos a jugar en la Bombonera para quemar los extraños brebajes que nos vimos obligados a tomar.

2 comentarios:

José Mª dijo...

Fue una cena estupenda.
Para mi, lo mejor de estas cenas, espero que compartais el criterio, es que no tienes que andar con cuidado a la hora de sentarte. Te sientes donde te sientes, la compañía siempre es muy agradable y la conversación amena.
Un lujo al que todos hemos sabido contribuir.

Anónimo dijo...

Coincido con la opinión de José María.
Por una noche pasamos de ser los diablos rojos a ser los cornudos rojos, pero francamente fué un placer.
Gracias al amigo Luís y esposa, por los ágapes siempre extraordinarios con que nos deleitan los paladares.
Y gracias una vez más a nuestra auténtaca alma y capitán Juli.