El que esto escribe, humilde relator aficionado, no
los ha vivido todos pero casi. Como todos adivinareis me refiero al comienzo
del curso escolar y lo que es más importante para nosotros el estreno de una
nueva temporada del fútbol de los viernes. Son muchas ya las temporadas (28) y
de ese estreno en el olímpico año de 1992 ya no nos queda nadie vistiendo de
corto. La edad, las lesiones, los nuevos intereses en la vida de cada uno…todo
ello ha hecho que las caras que nos solemos ver los viernes sean diferentes
cada año…unos desaparecen y aparecen otros (pocos, muy pocos). De aquellos años
que cerraron el anterior milenio aún es posible encontrarse algún que otro
viernes a Paco Villar, Paco Romero, Sergio Bandeira, Raúl Marín, José Mª
Peleato, Fernando Pérez, un servidor…y junto a nosotros compartiendo la
cervecita de después Enric Avellaneda.





Cada año supone un reto nuevo y un propósito
identitario que nos une: Continuar con la Noche Mágica de los Viernes. Como
todos ya sabéis desde la temporada anterior nuestro Capitán es Josep Martínez
“Pepe” al que desde aquí quiero agradecerle todos los esfuerzos realizados para
mantener el rumbo de los Diablos Rojos. Su misión no ha sido fácil este curso
pasado en el que ha tenido que afrontar varios problemas personales y
familiares. De mis largas conversaciones con él en nuestras pequeñas caminatas
de los domingos he percibido una ilusión y una actitud en todo lo referente a
los Diablos Rojos que me indican que tenemos Capi para mucho tiempo. Gracias
Pepe por ser como eres.
Este año empezamos con muchos cambios y todos ellos
positivos. En primer lugar estrenamos campo de juego: “La Nueva Bombonera” que
en realidad no es un traslado de campo sino un lavado importante de cara de
toda la maltrecha pista del patio del colegio. Pintura sintética azul
recubriendo las viejas baldosas que a buen seguro vivieron la “entrada de
nacionales”. Todo ello aderezado con una pintura de todas las líneas para
pistas de basket, balonmano, fútbol sala…que asemejan las pistas del aeropuerto
del Prat por su gran profusión. La segunda gran novedad fue el estreno del
“Nuevo Fimons” con otro lavado de cara harto necesario desde hacía años.
Con todas estas perspectivas y desafiando todos los
elementos como el hecho de ser viernes 13 y que las previsiones de lluvia eran
un tanto pesimistas, nos juntamos 10 Diablos Rojos (alguna traición sin mala fe
de última hora) y un servidor ejerciendo de notario del acontecimiento. Se
empezó con unas palabras del Capi en el centro del campo para dar la bienvenida
a todos en la nueva temporada.





El partido duró poco (unos 30 minutos) hasta que fue
suspendido por una fina lluvia que si bien no afectaba en gran medida a la
pista en general hacia que las líneas pintadas con una especie de esmalte
especial resbalaran como una pista de patinaje. Mención aparte el círculo
central (muy bonito) de color fucsia (o eso creo yo porque mi paleta de colores
es de solo 16) y con el anagrama de Maristes. Pues de la “M” quería yo hablar.
Esa letra que hasta tiene un asiento en la Real Academia de la Lengua Española
(el dramaturgo Juan Mayorga desde este año), fue la causa de las innumerables
caídas de nuestros chicos al entrar en contacto su calzado con la misma.
Los equipos que se formaron fueron los siguientes:
EQUIPO FUCSIA: Pedro Álvarez, Eric, Raúl, Paco
Romero y Javier.
EQUIPO LILA: Toni, Sergio Bandeira, Isidre, Pepe y
José Mª.
El primer gol y también el segundo fueron obra de
Toni que estrenó de esta manera la nueva Bombonera poquito antes de caer de
bruces en la “M” como muchos otros compañeros se obstinaron en hacer
seguidamente. A petición de José Mª indicamos que la portería “lila” permaneció
a cero en el tiempo que duró el partido. Y también a petición expresa de Pedro
Álvarez indicamos que el primer gol de la Bombonera fue encajado por él
ejerciendo de portero de los “fucsia”.
Unas pocas carreras, el miedo a resbalar, el
desentreno después de las vacaciones hacen innecesario un detalle pormenorizado
del amistoso combate.
La hora del “Nuevo Fimons” se saldó con una escueta
presencia de solo 4 de nosotros que nos vimos atendidos por el personal de
siempre y con una selección de los manjares habituales. La conversación
distendida, el brindis por ausentes y presentes, nos llevó sin apenas darnos
cuenta a la hora de cierre del local.
Y esto fue amigos lo que más o menos ocurrió este
pasado viernes.
Hasta pronto.